sábado, 16 de febrero de 2008

A nadie ofende una alabanza

Como he contado al principio de mi narración mis viajes con Togashi Sarik me enfrentaron a situaciones peculiares en muchas ocasiones, ahora contare una de ellas. Llevaba seis meses acompañando a mi maestro, espero que el lector me perdone pero cuento mis viajes según vuelven a mi memoria y por lo tanto no guardare un orden cronológico, y todavía me sorprendía a cada paso de dábamos. Habíamos ido a visitar a un importante Daimyo Daidoji que era la mano derecha del mismo Daidoji Huge pues se celebraba una corte en sus tierras con motivo del matrimonio de su hija con un Mirumoto, así que mi maestro me llevo hasta su fortaleza donde recibimos todo tipo de agasajos pues este había sido compañero en la legión esmeralda del Daidoji y en una ocasión le salvo la vida lo que hizo que el propio Daimyo nos recibiera y nos invitara a compartir la mesa con el, algo que me lleno de satisfacción pues anhelaba aprender las tácticas de esta familia para aumentar mis conocimientos.

La noche anterior a la boda fuimos invitados a una recepción para los invitados más ilustres, allí se encontraban samuráis de reconocida fama y después de la cena, que fue magnifica por cierto, se inicio una fiesta donde los samuráis iniciaron el cortejo de las bellas damas que allí se encontraban. Yo me mantuve en la mesa junto con el Daimyo, su esposa escorpión, mi maestro y el gunso del primero ya que se había abierto un debate sobre técnicas de batalla que me interesaba mucho mas que el baile, allí durante dos horas hablamos sobre tácticas y movimientos y para mi sorpresa tanto la mujer como el gunso cuestionaban abiertamente las opiniones de nuestro anfitrión algo que me sorprendió, cuando la conversación termino se lo hice notar a mi maestro, el cual con su habitual sonrisa contesto.

- ¿Por que crees que el Daimyo permite esa disidencia? - me pregunto mi maestro
- No lo se, quizás sea debilidad frente a su esposa, quizás no es tan buen general....- conteste
- O quizás porque sabe que ambos le son leales e intentan servir de la mejor manera a su señor, dándole su mejor opinión - respondió el
- Pero cuestionan sus opiniones ante otros, no es eso deslealtad - respondí un poco confuso
- ¿Quien es mas leal, el que busca la respuesta que mas te ayuda o el que te dice lo que
quieres oír ?- Me contesto el dragón
- Pero quizás esa opinión no la quiere oír el Daimyo, pues va en contra de la suya - respondí
- No te pregunto lo que es mas fácil, te pregunto que es mas leal- me interpelo mi maestro- Fíjate en la fiesta, los samuráis aquí presentes solo alaban pero cuantas de sus palabras son verdad. Si en vez de una situación frívola, fuese una batalla o una discusión en la corte, que preferirías alguien que te diga la bueno que eres o alguien que te señalase lo que tu no ves.
- Si eligiese alguien como mi ayudante me gustaría que fuese leal y me ayudase en todo lo posible
- Tus palabras me dan la razón- Concluyo mi maestro - El amigo leal es el que te dice lo que el piensa, no lo que piensas tu. Muchos son los dispuestos a consolar con palabras vacías, pero pocos los que te ponen delante del espejo de la verdad.
- Entonces el que me dice lo que no quiero oír es mi amigo- Mis palabras sonaron confusas
- No aquel que te es leal te hará ver la verdad, pero delante de otros te defenderá como si tu comportamiento no tuviese tacha- Respondió divertido mi maestro
- No lo termino de entender del todo - Le confesé con sonrojo a mi maestro
- A nadie ofende una alabanza, pero muchos se ven engañados por ella- Respondió - No desconfíes de los que te avisan de tus errores, presentes o futuros, o en los que te señalan los posibles inconvenientes o problemas que puedan aparecer, desconfía de los que siempre están de acuerdo contigo o de aquellos que hacen suyas tus palabras.
- La verdad es una espada muy afilada, procura tener siempre tus manos en la empuñadura de esa espada- Apostille
- Veo que has cogido la idea - Asintió mi maestro
- Lo decía mi Sensei Bayushi- Respondí con cierto sonrojo
- Un hombre sabio y lucido sin duda- Respondió el Togashi - Me voy a dormir, ya soy viejo para estos juegos - Dijo señalando a al centro de la sala
- Me quedare un rato mas - Respondí
- Te deseo suerte entonces - Sonrió Sarik - Espero ......
- He tenido buenos maestros - Dije sin dejarle acabar, mientras me ponía mi mascara de gala, que cubría mis ojos, dejando ver la mitad inferior de mi cara.

Mi maestro se rió, y con una taza de sake en la mano se alejo hacia su habitación, al llegar a la puerta se giro hacia mí, que me había acercado a una cortesana Doji y conociendo que sabía leer los labios, los movió sin emitir sonido alguno. Lo que pude leer en ellos me hizo sonreír, Yo puedo nadar.