domingo, 23 de diciembre de 2007

La guerra ha comenzado

El acolito salio a la balconada desde la que se dominaba todo Ulnath, como todos los días se encargaba de limpiar los la mesa del sumo sacerdote de Heironeus, un trabajo pesado y aburrido por el que muchos antes que el habían pasado y el que ahora se encontrasen en puestos importantes no hacia que su obligación fuese menos penosa.

Ensimismado en sus pensamientos paso un rato sacudiendo legajos y limpiando recipientes de diversas formas y tamaños, pero de repente un trueno lo saco del ensimismamiento, un ruido que le estremeció, hace unos minutos el día era soleado y ahora el cielo era totalmente negro y un viento rabioso azotaba la ciudad, varios truenos siguieron al primero y el acolito retrocedió atemorizado sin ninguna razón, ya que su mente le decía que solo era una tormenta pero un miedo interior y primitivo hacia que no pudiese controlarse.

Sus pies retrocedieron de forma trompicada hasta que algo detuvo sus pasos, el acolito se giro con el rostro deformado por el miedo y vio al sumo sacerdote, su rostro serio e imperturbable le devolvió el control sobre si mismo, su voz sonó profunda:

-¿Que te ocurre Thomas? –

-La tormenta es…, hay algo en ella…, no se como explicarlo – Las palabras del acolito sonaron entrecortados como las de un niño timorato

-Tienes razón – la respuesta del anciano sorprendió al joven clérigo- Hay algo en esas nubes que no es natural, algo malévolo e insidioso

Ambos hombres giraron sus rostros para contemplar la tormenta, durante un minuto estuvieron absortos en las extrañas nubes, el anciano dio un paso y salio de la balcona podía sentir una consciencia superior algo que no había sentido antes, un sonido proveniente de su espalda le saco de su ensimismamiento, un sonido que reconocería en cualquier lugar, el del acero atravesando la carne. Cuando se giro vio a su pupilo en el suelo muerto, atravesado por una espada corta que sujetaba una figura que hace un momento no estaba en la habitación, el primer impulso del teócrata fue sacar su espada pero se reprimió al ver que el que había sido su alumno sujetaba su espada en la mano ahora inerte de una forma que indicaba que el había intentado apuñalar por la espalda. La mirada el clérigo se cruzo con la del asesino, y no hicieron falta palabras para entender cual era su requerimiento

-No le juzgues duramente – hablo la figura, con una voz suave de mujer – el no tenia tu fuerza de voluntad, ni tu poder, sucumbió ante el mismo poder que ahora mismo corrompe a otros- hizo una pausa para evaluar el rostro del patriarca – El mal mas primitivo y bestial que jamás se ha conocido ha vuelto, una forma de destrucción que no conoce limites y que es capaz de corromper a cualquiera, pero no todo esta perdido hollowfast ha roto su asedio y la luz de la vida ha vuelto al mundo, la hora del sacrificio ha vuelto.

-Estoy dispuesto a sacrificar mi vida en cualquier momento – respondió el primarca

-Y estas dispuesto a sacrificar tu orgullo- respondió con una sonrisa la mujer- aquellos que portan la salvación no son de noble cuna, ni lo que denominarías hombres de bien, son lo que tu llamarías marginales.

-Los dioses no elegirían a alguien así – respondió con ira el clérigo

-Los dioses son capaces de ver mas allá que tu, y saben que solo aquellos que saben lo que es el sufrimiento pueden entender lo que va a venir, como esperas que el hijo de un noble que toda la vida ha vivido a cuerpo de rey entienda los sufrimientos del pueblo y este dispuesto a sufrir penalidades- hizo una pausa para contemplar el desconcertado rostro de su interlocutor- Piensa en ello, puedes elegir agostarte como un viejo árbol o marchar junto a ellos, porque son los hombres como ellos los que construirán el futuro.

La mujer se acerco al alfeizar y salto al vació desapareciendo, dejando al Sumo sacerdote sumido en sus confusos pensamientos.

2 comentarios:

Pedro dijo...

Pues un interesante comienzo. Supongo que el sumo sacerdote elegirá a los "marginales" (me gusta el uso que has dado a esa palabra)

Espero ver en breve el resto de la historia, conocer el mal que llega y ver quienes son los salvadores.

Un abrazo,

Pedro.

Cuervo dijo...

Me temo Pedro, que los salvadores son un grupo de Pj´s entre los que está un servidor.
Ahora ya sabemos que le ha pasado al teócrata y por que el sacro imperio está como está...

Jo, que ganas de empezar a buscar los arcanos...